La Música

Magüi Mira

Con Ana Duato y Darío Grandinetti

Precio

desde 20 €

Fecha

A partir del 26 de febrero

Horario

De miércoles a domingo a las 19:00

Duración

96 Minutos

El espectáculo

Marguerite Durás,
la obra de su vida

Marguerite Durás. Una mujer que se escribió a sí misma. En ella la vida, el amor y la escritura resultan ser elementos integrales de una única historia. Durás nace y crece envuelta en violencia, amor y muerte. En su obra, producto de esta experiencia, resulta casi imposible situar el límite entre realidad y ficción. Decía de si misma que en su largo recorrido solo había sido fiel al alcohol y a la escritura.

Durás se proyecta como la autora del deseo, la narradora del eros. Su teatro, su narrativa y su cine están preñados de una emoción contradictoria. Laten con el pulso de su propia vida. Su estilo fue volviéndose cada vez más abstracto, íntimo y abiertamente feminista. Los silencios, la violencia repentina e inexplicable, la mordida de la pasión, el naufragio en el amor, conforman el núcleo de su creación. Una artista frenética, compulsiva, libre, inclasificable, que ha trascendido convertida en icono popular.

Su firme desprecio por la opinión pública le permitiría expresarse sin filtros. Ganadora del Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, fue directora de sus propios textos teatrales como La
Música. Con El amante (1984) obtuvo el Premio Goncourt, y alcanzó un éxito mundial, con más de tres millones de ejemplares vendidos y traducida a cuarenta idiomas. Escribió el guión de Hiroshima, mon amour , película dirigida por Alain Resnais, Durás fué nominada al Oscar como mejor guión original en 1961. Su obra literaria cuenta con unas cuarenta novelas y una docena de piezas de teatro. Escribe La Música , en 1965. Durás muere el 3 de marzo de 1996 en París, un mes antes de cumplir 82 años. Las letras francesas lloraron el adiós de una de sus figuras más controvertidas del siglo XX.

ficha artística y técnica

LA MÚSICA
De Marguerite Durás

El y Ella. Son personas que se han amado y se han separado. Hicieron como todo el mundo, se casaron, formaron un hogar y después, de pronto, se vieron arrancados uno del otro por la fuerza terrible de la incomunicación.

Han llegado a esta ciudad para ejecutar el último acto de su separación, el juicio del divorcio. Siguen sin saber que les pasó. Vinieron cada cual por su lado para volver a verse por última vez, casi sin desearlo.

Ella parecería ser más libre, más capaz de olvidar los detalles de su pena, del infierno que vivieron, de sus golpes recíprocos. Pero no puede olvidar lo esencial, lo que ella veía claramente y con cierta lógica: el desastre al que están destinados los amantes que se prometen la vida.

En él el sufrimiento aún está latente. Pelea. Quiere arrancar ese dolor de su vida. Todavía cree en la felicidad eterna. Él se expone al dolor. Ella lo sabe. Sabe también que sin ella él puede ser cruel.

Los dos solos en ese hotel toda una noche. Noche caliente de verano. Hablan y hablan durante horas. Se observan. Hay risas, gritos, furiosas discusiones, y amor desesperado. Insoportable amor. Sus voces se quiebran mientras avanza su última noche. Noche en blanco. Permanecen atrapados en aquella candidez del primer amor. Y lo saben. La llegada del día inexorablemente pon el fin a su historia. O no. Todo ha acabado. Todo puede comenzar.

La palabra dura más allá del final. Mas allá de la muerte. El amor también.

La Música, dice su autora, es un constante reescribir la imposible partitura
del amor.

Magüi Mira
Directora

galería fotográfica

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